El problema que esto presenta es que cada vez que enciendas el ordenador, te va a tocar poner la contraseña de tu cuenta de Microsoft, la misma con la que accedes a tus correos electrónicos, archivos en la nube y otro tipo de datos privados. En definitiva, la cuenta de Microsoft, como la de Google, es una surte de cuenta maestra, desde la cual puedes recuperar la entrada a la mayoría de servicios web en los que estés registrado. Si la pierdes, malo.
Teniendo en consideración lo anterior, tu contraseña debería ser lo más fuerte posible, y eso significa que difícilmente podrías recordar algo así, mucho menos introducirlo cada vez que inicias Windows 8 (por lo menos, así se debería hacer, siguiendo las buenas prácticas). Por fortuna, existe la posibilidad de facilitar las cosas sin perder seguridad.
Lo que tienes que hacer es abrir el menú de configuración, desplazando el cursor del ratón hasta la esquina inferior derecha de la pantalla y luego hacia arriba -seleccionando Configuración, o más rápidamente con el atajo de teclado Tecla Windows + I. Dale a Cambiar configuración del PC y en el apartado Usuarios configura un PIN de cuatro números para reemplazar tu contraseña, pero solo al iniciar sesión en Windows 8.
Así puedes mantener tu contraseña de Microsoft tan intrincada como siempre, pero sin la pesadez de tenerla apuntada en cualquier sitio para introducirla una y otra vez. O lo que es peor, cambiar de contraseña por una más fácil de recordar, solo por eso.
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